Con raíces en Norteamérica y un itinerario misionero formado como agustino en Sudamérica, en particular en Perú, la vida del Papa León refleja un camino de profunda fe, humildad y cuidado de los demás.
Su mensaje inaugural al mundo, marcado por la paz y el amor, nos conmovió profundamente. Su referencia a María, en la fiesta de Nuestra Señora de Pompeya, tocó nuestros corazones marianos y nos recordó la presencia bondadosa de la Iglesia en el mundo.
Al tomar el nombre de León, el Santo Padre se inscribe en una rica tradición. San León Magno, Obispo de Roma en el siglo V, fue un pilar de fortaleza y sabiduría en una época de grandes cambios sociales. Siglos más tarde, el Papa León XIII guió a la Iglesia a través de los desafíos de la era industrial y la migración masiva, con una voz profética a favor de la justicia social.
Este legado encontró su expresión viva en las primeras palabras del Papa León: un llamamiento a la paz y al diálogo que nos llena de renovada esperanza.
Los agustinos tienen un himno cuyo estribillo afirma: “¡Somos la llama de la compasión, de la inteligencia y del corazón!”. Que estas palabras sean un auspicio para el Pontificado del Papa León XIV.
Una ola de celebración recorre la Plaza de San Pedro al aparecer el humo blanco.